sábado, 23 de enero de 2010

LOS PECADOS DE HAITÍ


Creo que este brillante texto de Eduardo Galeano explica muy bien las razones por las cuales la tragedia de Haití se convirtió en una catástrofe humanitaria sin precedentes en América. Va el texto, con un agradecimiento al Dr. Héctor Sierra, que me lo hizo conocer.

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LOS PECADOS DE HAITÍ - Por Eduardo Galeano

La democracia haitiana nació hace un ratito. En su breve tiempo de vida, esta criatura hambrienta y enferma no ha recibido más que bofetadas. Estaba recién nacida, en los días de fiesta de 1991, cuando fue asesinada por el cuartelazo del general Raoul Cedras. Tres años más tarde, resucitó. Después de haber puesto y sacado a tantos dictadores militares, Estados Unidos sacó y puso al presidente Jean-Bertrand Aristide, que había sido el primer gobernante electo por voto popular en toda la historia de Haití y que había tenido la loca ocurrencia de querer un país menos injusto.

El voto y el veto

Para borrar las huellas de la participación estadounidense en la dictadura carnicera del general Cedras, los infantes de marina se llevaron 160 mil páginas de los archivos secretos. Aristide regresó encadenado. Le dieron permiso para recuperar el gobierno, pero le prohibieron el poder. Su sucesor, René Préval, obtuvo casi el 90 por ciento de los votos, pero más poder que Préval tiene cualquier mandón de cuarta categoría del Fondo Monetario o del Banco Mundial, aunque el pueblo haitiano no lo haya elegido ni con un voto siquiera.

Más que el voto, puede el veto. Veto a las reformas: cada vez que Préval, o alguno de sus ministros, pide créditos internacionales para dar pan a los hambrientos, letras a los analfabetos o tierra a los campesinos, no recibe respuesta, o le contestan ordenándole:

-Recite la lección. Y como el gobierno haitiano no termina de aprender que hay que desmantelar los pocos servicios públicos que quedan, últimos pobres amparos para uno de los pueblos más desamparados del mundo, los profesores dan por perdido el examen.

La coartada demográfica

A fines del año pasado cuatro diputados alemanes visitaron Haití. No bien llegaron, la miseria del pueblo les golpeó los ojos. Entonces el embajador de Alemania les explicó, en Port-au-Prince, cuál es el problema:


-Este es un país superpoblado -dijo-. La mujer haitiana siempre quiere, y el hombre haitiano siempre puede.

Y se rió. Los diputados callaron. Esa noche, uno de ellos, Winfried Wolf, consultó las cifras. Y comprobó que Haití es, con El Salvador, el país más superpoblado de las Américas, pero está tan superpoblado como Alemania: tiene casi la misma cantidad de habitantes por quilómetro cuadrado.

En sus días en Haití, el diputado Wolf no sólo fue golpeado por la miseria: también fue deslumbrado por la capacidad de belleza de los pintores populares. Y llegó a la conclusión de que Haití está superpoblado… de artistas.

En realidad, la coartada demográfica es más o menos reciente. Hasta hace algunos años, las potencias occidentales hablaban más claro.

La tradición racista

Estados Unidos invadió Haití en 1915 y gobernó el país hasta 1934. Se retiró cuando logró sus dos objetivos: cobrar las deudas del City Bank y derogar el artículo constitucional que prohibía vender plantaciones a los extranjeros. Entonces Robert Lansing, secretario de Estado, justificó la larga y feroz ocupación militar explicando que la raza negra es incapaz de gobernarse a sí misma, que tiene “una tendencia inherente a la vida salvaje y una incapacidad física de civilización”. Uno de los responsables de la invasión, William Philips, había incubado tiempo antes la sagaz idea: “Este es un pueblo inferior, incapaz de conservar la civilización que habían dejado los franceses”.

Haití había sido la perla de la corona, la colonia más rica de Francia: una gran plantación de azúcar, con mano de obra esclava. En El espíritu de las leyes, Montesquieu lo había explicado sin pelos en la lengua: “El azúcar sería demasiado caro si no trabajaran los esclavos en su producción. Dichos esclavos son negros desde los pies hasta la cabeza y tienen la nariz tan aplastada que es casi imposible tenerles lástima. Resulta impensable que Dios, que es un ser muy sabio, haya puesto un alma, y sobre todo un alma buena, en un cuerpo enteramente negro”.

En cambio, Dios había puesto un látigo en la mano del mayoral. Los esclavos no se distinguían por su voluntad de trabajo. Los negros eran esclavos por naturaleza y vagos también por naturaleza, y la naturaleza, cómplice del orden social, era obra de Dios: el esclavo debía servir al amo y el amo debía castigar al esclavo, que no mostraba el menor entusiasmo a la hora de cumplir con el designio divino. Karl von Linneo, contemporáneo de Montesquieu, había retratado al negro con precisión científica: “Vagabundo, perezoso, negligente, indolente y de costumbres disolutas”. Más generosamente, otro contemporáneo, David Hume, había comprobado que el negro “puede desarrollar ciertas habilidades humanas, como el loro que habla algunas palabras”.


La humillación imperdonable

En 1803 los negros de Haití propinaron tremenda paliza a las tropas de Napoleón Bonaparte, y Europa no perdonó jamás esta humillación infligida a la raza blanca. Haití fue el primer país libre de las Américas. Estados Unidos había conquistado antes su independencia, pero tenía medio millón de esclavos trabajando en las plantaciones de algodón y de tabaco. Jefferson, que era dueño de esclavos, decía que todos los hombres son iguales, pero también decía que los negros han sido, son y serán inferiores.

La bandera de los libres se alzó sobre las ruinas. La tierra haitiana había sido devastada por el monocultivo del azúcar y arrasada por las calamidades de la guerra contra Francia, y una tercera parte de la población había caído en el combate. Entonces empezó el bloqueo. La nación recién nacida fue condenada a la soledad. Nadie le compraba, nadie le vendía, nadie la reconocía.

El delito de la dignidad

Ni siquiera Simón Bolívar, que tan valiente supo ser, tuvo el coraje de firmar el reconocimiento diplomático del país negro. Bolívar había podido reiniciar su lucha por la independencia americana, cuando ya España lo había derrotado, gracias al apoyo de Haití. El gobierno haitiano le había entregado siete naves y muchas armas y soldados, con la única condición de que Bolívar liberara a los esclavos, una idea que al Libertador no se le había ocurrido. Bolívar cumplió con este compromiso, pero después de su victoria, cuando ya gobernaba la Gran Colombia, dio la espalda al país que lo había salvado. Y cuando convocó a las naciones americanas a la reunión de Panamá, no invitó a Haití pero invitó a Inglaterra.

Estados Unidos reconoció a Haití recién sesenta años después del fin de la guerra de independencia, mientras Etienne Serres, un genio francés de la anatomía, descubría en París que los negros son primitivos porque tienen poca distancia entre el ombligo y el pene. Para entonces, Haití ya estaba en manos de carniceras dictaduras militares, que destinaban los famélicos recursos del país al pago de la deuda francesa: Europa había impuesto a Haití la obligación de pagar a Francia una indemnización gigantesca, a modo de perdón por haber cometido el delito de la dignidad.

La historia del acoso contra Haití, que en nuestros días tiene dimensiones de tragedia, es también una historia del racismo en la civilización occidental.

martes, 19 de enero de 2010

ÉCHALE LA CULPA A LA TORMENTA


Los vecinos de la zona Sur de la ciudad, entre los cuales se incluye el autor de estas líneas, tuvieron el lunes 18 un día bastante complicado con el servicio eléctrico. Primero se cortó la energía por unos breves 15 minutos ni bien comenzó la tormenta de poco después del mediodía, aproximadamente a las 13.15. Luego el corte se hizo más prolongado y duró más de dos horas, pasadas las 17.
La frutilla del postre llegó a las 21.50 aproximadamente, cuando la EPE obsequió un bajón de tensión que queda perfectamente graficado en la imagen que ilustra esta entrada: el brillo del filamento de la lamparita era toda la energía que llegaba a las viviendas de varios barrios del sur rafaelino, y así fue durante más de 20 minutos que pusieron a prueba a todos los electromésticos de los hogares de esa zona.
El bajón se hizo corte total luego de esos minutos. La interrupción del servicio se prolongó hasta la 1.47 de la mañana de este martes. Las explicaciones de rigor de las autoridades de la EPE no se hicieron esperar. La culpa la tuvo la tormenta. Es decir, vientos nada extraordinarios para cualquier temporada estival provocaron el colapso energético de una cuarta parte de la ciudad.
Ya le ocurrió lo mismo, en otra ocasión y con un fenómeno meteorológico un tanto más importante, a la gente del norte. Dos departamentos (San Cristóbal y 9 de Julio) quedaron sin energía durante más de 15 horas. Y a los pocos días el problema se repitió, originando importantes pérdidas entre los comerciantes, y todas las incomodidades imaginables. ¿Es sólo efecto de las tormentas o la falta de inversión tiene algo que ver?
Menos mal que Santa Fe no es un territorio asentado sobre fallas geológicas que hagan temer algún sismo de cierta magnitud. Si unas leves tormentas estivales nos vuelven por unas horas al siglo XIX, mejor no imaginar si nos pega un terremoto, ahora que estamos todos sensibles viendo el desastre de Haití...
(Pregunta maliciosa para el final, entre paréntesis, perdón, no quiero poner palos en la rueda: ¿los últimos aumentitos en las tarifas, tendrán en cuenta estos problemitas que estamos sufriendo en esta parte de la Argentina que, dicen, es el centro norte de Santa Fe?)

viernes, 15 de enero de 2010

A PROPOSITO DEL PATRIMONIO HISTÓRICO Y LOS ESPACIOS PÚBLICOS


En estos días estamos escuchando muchos mensajes llenos de buenas intenciones acerca del uso de los espacios públicos, la recuperación de la memoria histórica de la ciudad y varios etcéteras que en general no se pueden dejar de compartir. Edificio de la ex Terminal, empedrado, Recova y otras cuestiones se mezclan en esa inveterada costumbre argentina de opinar sobre todo lo que nos moviliza sentimientos.
Así, surgió como propuesta la idea de convertir a la ex Terminal de Omnibus y ex Mercado Municipal en un Museo del Automóvil. Se habla de la memoria automovilística, del corazón fierrero de la zona, de la pasión por la velocidad, de la cuna de las 500Millas y de hermosos recuerdos.
Sin embargo, más allá de las palabras, las declamaciones, las buenas intenciones y todo el catálogo de sentimentalismos, está la realidad. Las 500 Millas se transformaron en leyenda a partir de 1926 y entre ese año y la década de los '50 se corrieron en un circuito que estaba ubicado en lo que hoy es la prolongación de Bv. Roca, donde estaba la recta principal (se podía llegar en tren) y un rectángulo que completaban la calle Santos Dumont (forma el límite Oeste del área urbana rafaelina), la ruta 70 y un camino ubicado más al Oeste. A grosso modo, digo, porque no faltará el que me corrija algún dato. Pero esa era la traza aproximada.
En la esquina de Santos Dumont y Bv. Roca alguien tuvo el buen tino de colocar un monolito con una placa recordatoria. Uno imagina que entre tanto rafaelino tocado por la pasión fierrera, tanto amante de lo histórico, tanto devoto del patrimonio histórico y tanto nostálgico de las ricas tradiciones de la región habrá muchos que irán, de vez en cuando, a derramar una lágrima en esa esquina por donde pasaron las Talbot de Fangio y cía, o donde brillaron aquellos locos audaces que marcaron una época. Y que además de derramar una lágrima se preocuparán por preservar de alguna manera la memoria histórica.
Lamento decir que no. El monolito está así, como lo muestra la foto: abandonado, sin placa, entre malezas y yuyales que son un flaco homenaje a la historia. No faltará el desprevenido ignorante de la tradición deportiva de la ciudad que se preguntará para qué diablos habrán puesto ese pedazo de cemento allí. El Bv. Roca se transforma en un camino perdido, lleno de yuyales en donde andarán los fantasmas de un César Scandroglio, aquél que manejaba el célebre Pajarón, un monstruo mecánico con motor de avión; o de tantos que dejaron su vida detrás de un volante o dando rienda suelta a su amor por los fierros. La calle Santos Dumont es utilizada por otros rafaelinos, no tan nostálgicos ni cultores de la historia, que van a tirar basura, aunque a pocos metros tienen la estación de residuos clasificados.

A ver: todo bien con las ideas, propuestas, sueños y anhelos. Pero éste es un buen ejemplo de la distancia que puede haber entre los sueños que se alimentan en las mesas de café -"que nunca preguntan", como dice el tango- y la realidad cruda e insoslayable.

jueves, 14 de enero de 2010

NO ES UN CAMINO DEL DAKAR, APENAS TE LLEVA A SUSANA


La imagen es de la prolongación del Bv. Yrigoyen, apenas pasando el aeródromo de Rafaela, camino a Susana. Las lluvias hicieron proliferar las malezas, como pasa en todos lados y como lo comprobamos semanalmente los que no tenemos la suerte de poder contar con dinero para pagar un jardinero y debemos dedicarnos a la tarea de darle a la maquinita del césped cada cinco o seis días.
En el caso de los caminos rurales, esta imagen es muy actual. No sólo en los caminos rurales: hasta en la ruta 34 se ven unos yuyales tremendos, ya que si antes pagágamos peajes para que corten las malezas, ahora ni eso siquiera. Pero en este caso se trata de un "llamado a la solidaridad". Se sabe que los propietarios de los campos pagan una tasa por hectárea a comunas y municipios para el mantenimiento de los caminos rurales. Debería ser tarea del Estado mantenerlos, pero convengamos que si a nosotros nos cuesta mantener los espacios privados de nuestros domicilios sin malezas, para los municipios y Comunas, que además tienen muchos empleados de vacaciones, es casi imposible mantener una prolijidad mínima en estos caminos, que por otra parte hace a la seguridad de los mismos: en los cruces de caminos rurales no se ve ni siquiera la nube de polvo que levantan los autos que vienen por el otro camino.
Pregunto: ¿sería mucho pedir que los propietarios de los campos linderos, que tienen tractores y desmalezadoras, le dediquen un par de horas de su tiempo (o el de sus peones)y algunos litros de gasoil a la tarea de cuidar el espacio público en torno a sus campos, contribuyendo con el desmalezamiento y aportando a la seguridad?
Dejo el interrogante planteado. Esperemos que alguien se haga eco y que viajar a Susana, Lehmann o Roca, o entre pueblos vecinos dentro de la vasta geografía provincial, no sea una aventura que nos haga sentirnos parte del Dakar argentino.

lunes, 4 de enero de 2010

CHAU, GITANO


Murió Sandro. Luchó y luchó, pero no pudo ganarle la carrera a la muerte. Se están escribiendo miles de páginas y ya habrá algunos suplementos en impresión, para alimentar el mito, ahora que el hombre ya es leyenda. Para empezar a leer algo, podés mirar lo que publicó Perfil.
Me quedo con un dato. Había nacido el 19 de agosto de 1945. Un 19 de agosto, igual que mi querida hermana Marta. A los dos los mató el cigarrillo. A Sandro y a la gorda Marta, a la que amé como la mejor hermana y que siempre resaltaba que había nacido un 19 de agosto, "igual que Sandro". Nacieron un 19 de agosto. "Igual que Sandro": los mató el maldito cigarrillo.